10 razones para viajar a Berlín

Berlín en el fondo es la gran desconocida. Siempre eclipsada por París o Londres, esta ciudad esconde algo que no tienen las demás: una historia devastadora y una capacidad asombrosa de recuperación.

Los berlineses pueden estar orgullosos de su ciudad,  referente cultural e histórico que cada vez gana más adeptos.

El muro:

Hay que saber que están y qué significan para darnos cuenta. La hilera de adoquines rectangulares a modo de camino que encontraremos en muchas de las carreteras que pasan por el centro de la ciudad nos indica por donde pasaba el muro de Berlín hace años.  Podemos ir en metro (aunque mejor caminando para empaparnos de la ciudad) hasta el East Side Gallery, el trozo más grande de muro que queda en pie (1 km aprox.), lleno de grafitis geniales, muy dignos de foto. 

Oriente vs. Occidente:

Para apreciar esta diferencia, que a día de hoy sigue existiendo, lo mejor es subirse a la plataforma de observación de la Fernsehturm, o la aguja, en Alexanderplatz, que una vez fue el monumento a la modernidad del Este comunista (8.5 euros).

Su comida:


No os vayáis de Berlín sin degustar las famosas salchichas alemanas (Wurst) o las bolas fritas de carne en los Busque Imbiss (los kioscos de comida que están por toda la ciudad). Últimamente los currywurst cada vez están más de moda en los lugares de comida rápida, donde combinan el chorizo frito picante con polvo de curry y tomate.
 Las mejores salchichas las encontrareis en Witty's Bioland Imbiss (Wittenbergplatz 5, Schöneberg) y si tenéis mucha sed, disfrutad de una cerveza alemana en la cervecería más antigua de Berlín, Prater Beer Garden, (Kastaniena).
      
Su diseño:

Desde que cayó el muro en 1989, arquitectos de todo el mundo se pusieron manos a la obra para reconstruir la ciudad. El resultado fue un éxito. Podéis comprobarlo visitando el Reichstag, el parlamento original que fue destruido y posteriormente reconstruido por Sir Norman Foster que mantuvo el estilo clásico del edificio pero dispuso sobre él una impresionate cúpula de vidrio y metal, a la que podemos subir y desde la cual tendremos una panorámica genial del centro de Berlín (gratis).

Su apasionante vida nocturna:

No por nada es la capital de la diversión europea. Berlín tiene una vida nocturna que no     deja indiferente a nadie. Sin horas de cierre, las fiestas se alargan durante días enteros, en ambientes industriales, con gente de todo tipo y la mejor música electrónica de Europa.
Tómate unas copas tranquilamente en el Newton bar (Charlottenstr. 56), decorados con enormes fotografías de desnudos y prueba el coctel de la casa: el Newton Absolut (10 euros).
 Si quieres una fiesta más loca, la variedad es infinita, pero nos quedamos con  el Watergate (Falckensteinstr. 49), donde escucharás lo mejor del drum ‘n’ bass. Tiene una terraza flotante que da a la orilla del río donde ver amanecer es algo alucinante.  Dentro, tiene el techo lleno de luces que bailan al ritmo de la música. La entrada cuesta 10 euros.

La isla de los museos:

Se llama así porque es una pequeña isla rodeada por el río Spree en el centro de la ciudad, que alberga los museos más importantes de la ciudad: El Museo de Pérgamo (con joyas de la antigüedad como el altar de Pérgamo, la puerta de Ishstar o el mercado de Mileto), el Atles Museum ( alberga la colección prusiana de antigüedades), el Neues Museum ( para visitar su hermosa galería egipcia, con el famoso busto de Nefertiti y sus salas prehistóricas) , la Galería Nacional Antigua (arte del siglo XIX), el Bodenmuseum ( esculturas y arte tardo antiguo y bizantino) y la futura Galería James Simon ( un centro de visitantes).

Sus mercados:

Visita la calle más comercial de la ciudad: Kurfürstendamm, con muchas tiendas y cafés. Las tiendas más elegantes están en Friedrichstrasse, en el Berlín oriental y las zonas más eclécticas en Hackescher Markt, en el moderno Mitte.

El bohemio Kreuzberg:

El Kreuzberg o la “pequeña Estambul” es un barrio muy cercano al Mitte, donde viven los inmigrantes (sobre todo turcos), bohemios, gays y jóvenes en general. Lo que anteriormente estaba ocupado en su mayoría por anarquistas, punks y okupas, ahora es la zona de moda alternativa de Berlín. Conserva su aspecto industrial desaliñado, pero ahora está repleto de bares, tiendas y restaurantes. Aquí se celebra uno de los mejores mercados al aire libre de la ciudad. Visita el Museo Judío y sobre todo, el famoso Check Point Charlie. 

Potsdam:



A solo una hora en tren de la capital (línea S-Bahn S1) encontramos el patio de recreo de los reyes prusianos, que fue devastado completamente durante la Segunda Guerra Mundial. Actualmente ha sido restaurado y alquilar una bicicleta para dar paseos por los alrededores de los castillos es algo casi obligado. Podemos ir a visitar si tenemos tiempo los Lagos Havel al atardecer, para poner la guinda final al pastel.

Su increíble centro histórico:

Caminar durante horas por el centro de Berlín es una experiencia asombrosa. Una ciudad que está en constante transformación siempre nos ofrece cosas nuevas. A pocos metros de la Puerta de Brandemburgo (de donde salen todos los Tours), tenemos el Monumento al Holocausto, desde el cual se divisa perfectamente el ya nombrado Reichstag. Visita el gigantesco Tiergarten, el famoso “Café Zapata” situado en un edificio okupa en el centro de la ciudad  y pasea por la Unter den Linden (el paseo “bajo los tilos”), el bulevar más conocido de Berlín, que fue el centro de la vida berlinesa hasta la Segunda Guerra Mundial.

Como veis las opciones son infinitas. Ahora, si teníais pensado viajar a Berlín os lo hemos puesto fácil, ¿verdad?

¡Ya nos contareis!