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jueves, 10 de julio de 2014

Futbolistas míticos enterrados en la Basílica de San Esteban de Budapest

El pasado sábado volvió a Paralelo20  el periodista Pedro Grifol para contarnos una curiosa historia, que descubrió durante el viaje a Hungría del que acaba de regresar. Esta no es otra que la de los tres mitos del fútbol húngaro que descansan para siempre en la cripta de la Catedral de San Esteban.



Pero no nos centremos en la muerte... ¡Vamos a hablar de sus vidas y de sus extraordinarias carreras deportivas!

¿Sabías que el verdadero apellido de Puskás era Purczeld? El delantero húngaro nacido en 1927 se lo cambió por Puskás, que significa "escopetero". Y es que si algo distinguía al bueno de Ferenc era su potente disparo, con el que no paró de perforar las redes húngaras en las más de 10 temporadas que disputó en la liga de su país.

Tras dos años de parón debido a problemas políticos (en 1956 estalló la revolución Húngara y fue tachado de traidor a la patria) firmó por el Real Madrid. A pesar de contar ya con 31 años y algún kilo de más, "Cañoncito Pum" (sobrenombre que se ganó en Chamartín) siguió haciendo lo que mejor sabía, marcar goles. Durante su etapa de 8 años en el club blanco ganó la Liga en 5 ocasiones y la Copa de Europa en 3, completando un impresionante palmarés que incluye un oro olímpico (Helsinki 1952) y un subcampeonato del mundo con su selección (Suiza 1954).


La delantera de aquella maravillosa selección de Hungría la completaba Sándor Kocsis, considerado el mejor cabeceador de todos los tiempos. Su impecable remate le sirvió para alzarse con el título de máximo goleador de aquel Mundial de Suiza con 11 tantos y para sumar un total de 75 goles en 68 partidos defendiendo la camiseta nacional.

En España militó en las filas del F.C Barcelona durante 12 temporadas en las que conquistó 2 Ligas y una Copa de Ferias.


Pero los "magníficos magiares" no vivían solo de sus excelentes delanteros. Bajo palos estaba Gyula Grocsis, apodado "la Pantera Negra" por su costumbre de vestir siempre de ese color. Siempre jugó en la Liga Húngara, aunque no en su equipo favorito, el Ferencváros... Al menos hasta los ¡82 años! cuando el club de sus amores le rindió un bonito homenaje, permitiendo que defendiera su portería durante unos minutos en un amistoso contra el Sheffield United.


Así fueron sus vidas y así se ganaron el cariño y el respeto del pueblo húngaro, lo que les valió para que sus restos descansen en la Basílica de San Esteban de Budapest, donde todo amante del fútbol puede rendir homenaje a estos tres grandes del fútbol.





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